La banda de criminales Los Broncos acaba de perpetrar el mayor atraco jamás visto en ciudad Establo. ¡Han robado la pezuña dorada! La policía está poniendo patas arriba la ciudad en busca de los malhechores, siguiendo una pista con la que pronto dará con este grupo de criminales cabrunos. ¿Qué podemos hacer para escapar de esta?
¡Cabritos! es un juego de mesa de la editorial Devir Iberia. Un party game de deducción y roles ocultos, en el que los jugadores tratarán de echarle el marrón al mismo jugador para que los demás salgan airosos de esta persecución post-atraco. Solo hay una cabeza de turco entre nosotros. ¿Lo seremos nosotros?
Número de jugadores: | 3 – 6 |
Duración: | 30 minutos |
Edad mínima: | 14 años |
Editorial: | Devir Iberia |
Diseño: | Jon Perry |
Ilustración: | Burr Johnson |
Precio: | 17,96€ |
¿De qué va ¡Cabritos!?
¡Cabritos! es un party hasta 6 jugadores donde los participantes harán lo posible por averiguar qué miembro de la banda es el chivo expiatorio. Quien lo sea, deberá darse cuenta de que lo es, yendo a toda pastilla para entregarse a la policía, pues de lo contrario se arriesga a que sus compañeros lo pillen por sorpresa y lo dejen tirado para ellos escaparse indemnes.
Al inicio de la partida, cada jugador recibirá una tarjeta de personaje, y el azar determinará quién será el chivo expiatorio. Todos, excepto uno, tendrán entre ceja y ceja al mismo compañero. No obstante, nadie sabe si la cabeza de turco será uno mismo.
A partir de ahí, a lo largo de la partida los jugadores se irán alternando para moverse por las distintas localizaciones, para hacer una acción e intercambiar una carta de la mano por la visible asociada a la localización.
Estos lugares les darán acceso a acciones específicas con las que ir tanteando un poco el terreno, como espiar la mano de otro jugador, intercambiar una carta con un compañero o con un suministro común; pero también les ofrecerá la posibilidad de cerrar la partida cuando se arroja un poco de luz, ya sea iniciando una acusación para encontrar a la cabeza de turco o entregándose a la policía si uno cree que es él.
De este modo, intercambiando cartas, observando lo que hacen los demás y hablando entre sí, los jugadores intentarán averiguar quién es el chivo expiatorio, pero sin dar pistas demasiado obvias como para que este se dé cuenta de su rol. El grupo gana si logran que una acusación sea exitosa, es decir, todos votan al mismo jugador; mientras que la cabeza de turco vence si él u otro jugador se entrega a la policía.
Primeras sensaciones
¡Cabritos! es un party game de roles ocultos donde los jugadores tienen que descubrir su rol en la partida antes de que sea demasiado tarde. Un todos contra uno en el que cada uno conoce a priori a quién hay que expulsar del grupo, pero donde hay alguien que no tiene ni pajolera idea de que van a por él.
Esa idea que plantea el juego de averiguar tu rol, para a posteriori ir a un objetivo u otro dependiendo del lado en el que estés, convierten a esta propuesta en un título de roles ocultos diferente y exigente, a pesar de su aspecto gamberro y desenfadado.
Para saber si uno es el chivo expiatorio o un miembro del grupo hay que hacer dos cosas. Por un lado ser observadores, interpretando los movimientos que hacen los demás, para ver por qué hacen una acción u otra y por qué cogen o dejan un retrato. Y por otro lado, ser meticulosos, pasando desapercibidos sin revelar a por qué compañero vamos, hasta cerciorarnos de quienes somos.
Si el grupo se precipita y comete cualquier mínimo fallo, el chivo expiatorio se dará por aludido, entregándose rápido a la policía para ganar la partida. Es por eso que el reto que nos ofrece este ¡Cabritos! no es nada fácil.
Para que el juego funcione, el grupo tiene que tener opciones reales de ganar, de lo contrario será un paseo para el chivo expiatorio. Cada jugador tiene primero que descartarse como la cabeza de turco, y una vez lo haya hecho, encontrar al verdadero chivo expiatorio. Y no solo eso, sino también ayudarle a que sus sospechas se mantengan durante la partida, ya que no queremos que se entregue, antes de que nosotros podamos acusarle.
Es muy sencillo que el grupo la líe, yéndose de la lengua o dejando demasiadas cartas del chivo expiatorio original sobre la mesa. Hay que cocinar la partida a fuego a lento, observar con detenimiento, captar aliados y generar confusión, haciendo que la cabeza de turco esté cómodo y se sienta el protagonista de El show de Truman.